apretando engranes
que son carceleros.
Algunos novatos
serán los primeros
en romper costumbres
y cantar victoria.
Maldice su propia
condena y patíbulo
odiando la cárcel
que lleva en la espalda
prefiere la espina,
corona y guirnalda
en vez de su paso
por este prostíbulo.
Al final descubre su
vida servil...
se mira cubierto de
llagas y cardos.
Es la diana rota,
marcada por dardos
en un bar oscuro,
profano y senil.
Autor: Jorge de
Córdoba
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