escondido en las
nubes de los sonidos
a la puerta de una
palabra sujeta por cadenas
en un delicado
desequilibrio del cerebro.
El arte suplica por
que no muera
como trazos de
pinceles en lienzos ya raídos
recordando la causa
de sus penas
en fogatas de roble,
acacia y enebro.
El arte que el
jorobado quiso en derredor
profanó al
mercurio, al azufre, la sal y el atanor.
Autor: Jorge de
Córdoba
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