que alejes su cintura de mi mente;
que mates mi memoria penitente
y que mi corazón borre su faz.
Pensarla me convierte en vulnerable
abejorro atraído a su corola.
No puedo imaginarla siempre sola
como vaina propicia para el sable...
Me posee y me quita voluntad.
Apacigua mis guerras intestinas
mostrando sus maneras opalinas
que me matan con dulce necedad.
Me tiene encadenado a sus miradas
y la forma que moja sus secretos
consigue que se incendien los abetos
y coma de su fruto a lengüetadas.
Autor: Jorge de Córdoba
No hay comentarios.:
Publicar un comentario