Entre Pensares y Vendettas

Entre Pensares y Vendettas

viernes, 28 de abril de 2017

No somos jueces

Si juzgan al suicidio con dureza
será porque le temen a destajo.
Quien decide volarse la cabeza
estará satisfecho del trabajo.

Aquellos que "intentaron" suicidarse
les faltó voluntad o les sobró
vergüenza por buscar un despertarse
en un mundo que todo se cobró.

Quien busca terminar con el delirio
en vez de combatir con más agallas...
Creerá que finaliza su martirio
declinando en sus guerras y batallas.

Por eso, quien se escapa de la vida
en vez de sucumbir al deshonor,
encontró la escalera de salida
sin pedir una cosa, ni un favor.


Autor: Jorge de Córdoba

martes, 25 de abril de 2017

Sabios de nosocomio

Dicen que la nostalgia es por amor;
yo digo que el amor es la nostalgia.
Reclaman que el trigal carece de hoz
y que nuestro asesino no es un paria.

Pretenden explicarme con ejemplos
que viejos sacrificios nos redimen...
yo tan solo comprendo que los cercos
se les levanta y buscan quien los tire.

Aquellos que sugieren teoremas
apócrifos y plenos de enervantes
existen encerrados en esferas
y camisas de fuerza como envases.


Autor: Jorge de Córdoba

martes, 18 de abril de 2017

Políticos ciegos

La ruleta rusa que juega mi México

es tan peligrosa como dar recursos
a tanto partido, negocio de ilusos,
que tejen con señas un gastado léxico.

Tiramos caudales en vanas campañas
de la democracia. Pensando a lo tonto
que se recupera finanzas y monto
con tantos manejos de sus malas mañas.

Apuestan familias, mas nunca a la suya.
Seguros que vamos contentos tras ellos
y dejan migajas con mil atropellos...
confunden saludos con gritos y puya.


Autor: Jorge de Córdoba

sábado, 15 de abril de 2017

Dulces y martirios

Eres mi Jezabel de tentación...
mi pecado y mi causa desmedida.
Lo contrario a la paz en la inacción
y todo mi pasaje a la otra vida.

Eres de lo corrupto, lo gentil...
en la fuerza, lo magro y desmedido.
Profanamos papeles del atril
quemando nuestros cuerpos en su nido.

Si las legiones mueven nuestras flamas
y se alejan los ángeles de tantos...
veremos redimir en nuestras camas
los dulces y martirios de los santos.


Autor: Jorge de Córdoba

jueves, 13 de abril de 2017

Cortejando a la diosa más mala de la escuela

Su caminar desenfrenado y sin cadencia definida,
en sí mismo, entrañaba un mensaje:
“No acepto tonteras”
Llamaba la atención, más que por el atuendo, por su mirada de aterciopelado acero. Invariablemente tenía las manos ocupadas con libros, periódicos o su inseparable libreta. Lo que le permitía tomar notas de tanto en tanto sin que le fuese necesario detener su andar para garabatear trazos de ideas, ecuaciones o proyectos informes e ininteligibles.
El celular, cuando recordaba cargarlo, era una verdadera lástima de maltratos y pantalla ciega.
Lo más encantador de su presencia era su risa franca, abierta o lasciva… que podía desencajar al mejor plantado.
Algún humano, con exceso de feromonas y autoestima, intentó cortejarla para terminar con el escroto estrujado y exorcizado de malos pensamientos. Al tiempo que se escuchaban las palabras: “¿Decías algo…?”
Era un deleite ver a esos Quijotes novatos queriendo seducir a esta afilada Aldonza mientras caminaba de un extremo a otro del bachillerato. Todos ellos invariablemente terminaban con el rostro enrojecido y andando muy, muy despacio.
No creo que jamás usara una falda. Mucho menos un vestido.
Sin embargo, apareció un mozalbete que no conocía de apariencias ni de cotilleos escolares. Creo que jamás se miraron a los ojos, sino hasta que una tarde de laboratorio, él le cedió el paso en una puerta.
No intercambiaron, ni palabras ni miradas.
La mayoría nos quedamos esperando que él tomara la iniciativa para deleitarnos en verlo caer redondo por el puño de ella. Sin embargo, para él… era una de tantos.
Ese detalle fue importante, como después nos dimos cuenta, para derrumbar tantas defensas y barreras que ella levantara en torno suyo.
Pasaron los meses y los pequeños detalles, algunos apenas perceptibles, se fueron sucediendo dejándonos bien claro que no entendíamos un cacahuate a las mujeres.
Terminado el semestre, cada cual se fue a donde le permitieron sus propias circunstancias: Unos a la playa, otros a las plazas y algunos más, a trabajos de verano. Ni quien pensara en algo que se relacionara con la escuela.
Muchos de nosotros regresamos más desgarbados, con dos o tres centímetros de vejez encima y las feromonas danzando en una demencial ensalada.
Ahí estaba nuestra Aldonza… y ¿el mozalbete? Apareció tres días después.
Saltaba a la vista que nada había cambiado.
Una mañana, mientras caminaba de un salón a otro inmersa en sus pensamientos y apuntes, él se detuvo frente a ella.
Se miraron por unos segundos.
- ¿Qué quieres? Le dijo con toda la acritud posible.
- ¿Es una pregunta?
- No… ¡es un saludo, imbécil! Se burló despiadadamente.
Todos nos detuvimos esperando ver una masacre testicular.
Pobre tonto, lo dejará cantando como un castrato…  pensamos inmediatamente.
- Entonces es una afirmación.
- ¿A qué te refieres…?
- Me preguntas qué quiero… y en la pregunta está la respuesta.
- Pero… ¿qué demonios estás…?
- Te quiero a ti.
Ella lo miró por un instante. Dio un paso hacia la derecha y caminó de frente.
Algo estaba mal… algo no encajaba en el paradigma, puesto que ella sonreía.
Él siguió caminando de largo y volteó al mismo tiempo que ella para intercambiar un ligero asentimiento.

Todos sonreímos y seguimos nuestra jornada sin decir nada.

Flechados son.



Jorge de Córdoba