Lo prometido aborta la promesa
así que la memoria se derrite
borrándose en la lista del convite
y los lugares altos de la mesa.
Con su proclama parca, ruin e ilesa,
el político mezcla en su escondite
amapolas y mota más quelite,
logrando que la masa sea espesa.
Y el pueblo, -los nosotros- de inocentes...
dando palos de ciego en las rodillas
a tantas esperanzas de mitómanos.
Se, que necesitamos nuevos lentes
¡Si nos robaron todo... hasta las sillas!
Apostamos por locos y cleptómanos.
Así, que mis compadres...
tenemos un "moderno" presidente
con gabinete añejo y pestilente.
Autor: Jorge de Córdoba
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