y yo, toda maldad de los infiernos.
Me enamoré del fruto y de su pulpa...
manchando, con amores, sus cuadernos.
Existe un matrimonio de por medio.
Mándame a los infiernos te suplico...
Llegué para sanarte de tu tedio
y para ser traidor, no califico.
No quería entender nuestra ecuación
y escribimos en vientos -en la arena-
lo que fue un paraíso de emoción
retrató tus aromas en mi vena.
Siempre he sido un demente endemoniado
pero en paz con conciencia... sin aldaba.
Resulta que ignoraba demasiado...
ni sabía que el alma me pesaba.
Autor: Jorge de Córdoba
Jamás se descoloquen por la luna
seguramente sigue bien casada.
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