después de paladear algún café
escucho que mi sangre acidulada
acelera su paso si te ve.
Sigo siendo invisible en soledad
y por ser clandestino a tu existencia
me permito admirar de la beldad
los detalles que portas en presencia.
Llegarán las jornadas de recreo
en donde se reúnan tus bondades
a las mías. Ahora es un mareo
lo que siento con mil fogosidades.
Autor: Jorge de Córdoba
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