Los motivos sin motivos son las noches sin estrellas.
Al igual que mil escusas por sangre derramada
son palabras que reclusas nos condenan a la nada
en días decorativos de silencios y centellas.
Apostamos el futuro por saber las consecuencias
de un alma comprometida. Tropezamos con escollos
del adiós y su partida, contentos por los embrollos
del grácil salto inseguro que dimos sin advertencias.
Calladas contradicciones cobijadas en sonrisas...
¡Nos tropezamos tan duro! que el mismo aire se congela.
Fuimos atados al muro de la muerte que flagela;
y la vida, en libaciones, se marcó en nuestras cornisas.
Autor: Jorge de Córdoba
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