Estar entre versares no es lo mismo
que andar desarrapado por la vida
comiendo del utópico sadismo
de verse en laberintos sin salida.
Estar entre versares es tocar
la puerta de lo dulce e imposible.
Es escuchar la nota, que inaudible,
nos puede convertir en despertar.
Estar entre versares es motivo
y grata consecuencia de la aurora.
El versar es la esclava y la señora...
la razón, libertad del posesivo.
Autor: Jorge de Córdoba
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