repleto de sus propias cualidades
y tantas esperanzas del labriego...
me recuerdas un tiempo sin temores.
Juramentos de niños a la patria,
enardecidos, llenos de quimeras
y ciegos. De traiciones ignorantes,
felices con mendrugos de la escuela.
¡Qué tiempos, mis hermanos! El ayer
nos muestra su factura mas rasante
y nos grita a la cara su vendetta:
Pagaremos con sangre de familias
enteras, que se rompen, que se ahogan.
¿Qué si existe un culpable?... ¡Lo conoces!
Cada mañana mira nuestro espejo
y reclama que somos los causales.
Autor: Jorge de Córdoba
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