Me impongo el olvidarte a rajatabla
por el gusto de ser un versador.
No quiero ni pensar en tu sabor...
Es tu recuerdo dulce quien nos habla.
Fracaso cabalmente en mi consigna
y por más que me tire los cabellos
tu imagen se presenta en los destellos
tan motivante, erógena y maligna.
¡Resulta que no tengo voluntad!,
y oteo tu perfume por la casa.
Conozco exactamente lo que pasa:
Ya eres Musa, no existe otra verdad.
Autor: Jorge de Córdoba
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