que se grita
con puños impotentes,
a los
hombres condena decadentes
repitiendo
los yerros del pasado.
Conocemos
vampiros en política
que viven de
la teta tan felices.
¡Hombre! si ya
parecen codornices
con su mente
pequeña, tan raquítica.
Pretenden
compartir nuestro cadalso
y después
son el yugo que nos duele
de tanto que
molesta, por como huele
a
esclavitud, dolor y pago falso.
Autor: Jorge
de Córdoba
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