Nunca aprendí la lección
y en el filo de navaja
con sorpresa y aflicción
sangre sube, sangre baja.
Aposté la misma apuesta
expuesto por la confianza
así obtuve la respuesta:
no forjes ninguna alianza.
Con la rabia de por medio
y la sorpresa patente:
¡Te maldigo, amargo tedio,
con el alma, con la mente!
¡Que se tumben los molinos
y se quemen sus maderas!
¡Buscaremos nuevos vinos
en distintas primaveras!
Autor: Jorge de Córdoba
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