Las flores de tinieblas se marchitan
y los cielos se opacan de tristezas
-heredadas e impuestas- mientras gritan
que rodaron y ruedan las cabezas.
Otros verdugos vienen al patíbulo
orquestando las guerras nuevamente.
El país, semejante a un prostíbulo,
se prepara a servirse de la gente.
Se trenzan tantas causas a los sueños...
que tenemos centenas de mujeres
llorando por sus hijas y pequeños
sin tener un consuelo a sus ayeres.
Los negocios de algunos son la lápida
para otros. Nos bebimos sus embustes
de forma contundente, cruenta y rápida
apostando la vida a mil ajustes.
Autor: Jorge de Córdoba
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