El tintero se mece destrozado
en la ausencia de pacto o de consigna
Un ateo, de miedo, se persigna
y la muerte nos pega de costado.
Tlaltecuhtli, señor de toda tierra,
se cobra en movimientos trepidantes
lanzando por el suelo a los amantes
al igual que la rabia que lo encierra.
Se paga en sacrificio a viejos dioses
aunque busquen negar la intervención.
Mientras unos presumen devoción
otros se desbaratan en sus poses.
Ignotos y pedantes pendencieros...
la causa de las causas nos acusa
de constrüir en tierra que, difusa,
se estremece en terrenos para arrieros.
Autor: Jorge de Córdoba
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