¡Dios mío!, se dibuja en el crepúsculo
la incongruencia de tantas pesadillas...
el dolor de la sangre que en el músculo
se clava con cristales y cuchillas
me despiertan dolores intestinos
como los recuerdos, avergonzados
por tantos desacuerdos, desatinos,
marcados en la frente cual pecados.
Por buscar los silencios, me condenas.
Si no puedes beber de mi veneno
ni conoces del ácido en las venas...
¡no intentes desbordar un pozo lleno!
Autor: Jorge de Córdoba
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