Te encontré por inhóspitos lugares
en momentos de lucha y abandono.
En dónde comulgaron nuestros pares
y fuimos carne seca, un simple abono.
Escuché de las olas sus clamores
y sentí pequeñez en mi persona.
Todavía me agitan estertores
y la bula de un rezo que pregona:
Seremos libres siempre que entendamos
nuestro papel en esta simple apuesta.
No importa si caímos o salvamos...
Una tumba sin nombre a nadie cuesta.
Autor: Jorge de Córdoba
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