El ruido me persigue en este mundo,
por esta vida vieja y mal pagada.
Si después de eludir a lo profundo
el saldo me remite hacia la nada.
Reconozco el pecado que me acusa,
por lo mismo, el demonio me convoca.
Violando su palabra, que difusa,
quiso sembrar al filo de mi boca.
Enloquezco en demencias cuneiformes
atrapado en los gritos de sordera.
Escoyos cuesta arriba, tan enormes,
que Sísifo se mofa a su manera.
¡Arranco mis entrañas con premura
en tajos atinados y oportunos!
¡Ten demonio, el candado y cerradura!
¡Destruye mis instintos más perrunos!
Autor: Jorge de Córdoba
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