Los rezos no curaron mi cabeza
ni en los músculos, vil revolución.
La absenta concilia la ocasión
al momento que vuelve la firmeza.
El desvarío tiene una virtud:
te transporta a los sitios de demencias
temporales en donde las licencias
no existen, ni se teme a la altitud.
De pronto la apariencia no trasciende
ni motiva el regreso del averno.
El castigo parece largo, eterno,
y aún en la inconsciencia nos enciende.
Autor: Jorge de Córdoba
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