Extraño la mirada de mi amiga...
la dama que se asusta por sentir
el latido del alma en su vivir
y ya no importa nada lo que diga.
Tuvo miedo de lunas y claveles
dejó su nombre oculto en la distancia.
Extraño sus ojazos y fragancia;
sus columnas, su sal y capiteles.
Que triste es recordarla cada tarde...
cuando mi sangre clama en añoranza.
El tiempo desajusta la balanza
y lo grito: Te extraño. (Sin alarde)
Ella puso distancia de por medio...
ella quiso cortar la inspiración
sin dejar que buscara la ocasión...
de ser el mal... atento a su remedio.
Autor: Jorge de Córdoba
A una amiga que partió